Las edades de Lulú

Cuando te encuentras con libros como este es cuando empiezas a preguntarte por qué ciertas novelas eróticas han llegado a tener el éxito que tienen. Una novela llena de erotismo y sexo. Pero a la vez llena de sentimientos. Una novela con una gran historia que transmitir y que te cautiva y engancha a pesar de algunas escenas sexuales muy duras. 

Sumida todavía en los temores de una infancia carente de afecto, Lulú, una niña de quince años, sucumbe a la atracción que ejerce sobre ella un joven, amigo de la familia, a quien hasta entonces ella había deseado vagamente. Después de esta primera experiencia, Lulú, niña eterna, alimenta durante años, en solitario, el fantasma de aquel hombre que acaba por aceptar el desafío de prolongar indefinidamente, en su peculiar relación sexual, el juego amoroso de la niñez. Crea para ella un mundo aparte, un universo privado donde el tiempo pierde valor. Pero el sortilegio arriesgado de vivir fuera de la realidad se rompe bruscamente un día, cuando Lulú, ya con treinta años, se precipita, indefensa pero febrilmente, en el infierno de los deseos peligrosos.

La historia de Lulú es una historia que nos cautiva de principio a fin. La historia de una niña que nunca crece, da igual los años que pasen. Ella se estanca en una vida en la que la toma de decisiones siempre pertenece a otros, en una vida en la que sólo con cerrar los ojos los problemas se solucionan. Una vida que gira alrededor de Pablo. Hasta que decide que no puede seguir así, que tiene que avanzar y convertirse en una mujer, y es ahí cuando surgirán todos los problemas que la llevarán a una mala toma de decisiones y harán que pierda totalmente el rumbo.

Pero a la vez es la historia de una niña que nunca tuvo infancia por causa de la familia en la que le tocó vivir y tuvo que crecer demasiado rápido. Ese es el motivo por que cual cuando conoce a Pablo lo deja todo en sus manos, el destino de su vida ya no le pertenece a ella. Nunca sintió el amor de una madre, el calor y la protección que una familia proporciona y con Pablo todo eso cambia. Él la dio la infancia y el amor que nunca tuvo, la vida soñada, donde todo era fácil.

Con Pablo experimenta el sexo hasta el límite y con él (su gran y único amor) conoce placeres destinados a otra vida. Él siempre la lleve hasta el límite... Hasta que esa frágil línea que nos indica lo que está bien y lo que está mal y que tan difícil es a veces de encontrar es rebasada. Y es ahí cuando Lulú decide que ha llegado el momento de crecer, de cambiar, de madurar... Pero no es fácil cambiar de vida y menos de escapar del mundo en el que se encuentra. No poder olvidar a Pablo, su vida juntos, sus placeres, que solo eran de ellos, la harán caer en los más profundos de los abismos.

Lulú sólo busca sentirse amada, hasta tal punto que eso será su perdición. Busca a alguien que la siga guiando en la vida, que le de los placeres que le daba Pablo, a alguien que la siga guiando, como si de una niña eterna se tratara. Su piel sólo busca el contacto de otra piel, ni importa de quién se trate, sólo busca volver a encontrarse en ese mundo donde no importa más que sentir. Y de ese modo abrirá las puertas de un mundo que es mejor dejar cerradas. Un mundo en el que puede perderse y del que no podrá salir, porque esta vez Pablo no estará para rescatarla.

Una historia sobre la búsqueda de nosotros mismos, de nuestra propia identidad cuando nos encontramos solos y hundidos. Sobre madurar y sobre hacer lo posible para no estancarse en la vida. Debéis de leer esta novela, no os dejará indiferentes. La prosa de Almudena Grandes es espectacular. 

Aliena